lunes, 9 de mayo de 2011

Día 4 - A comprar el pan

Pipipi - Pipipi - Pipipi


Las 7:00 AM. Hora de levantarse.

A las 7:30 bajamos a desayunar. Al igual que en el resto de hoteles, la verdad es que muy variado el desayuno no es. Café-Leche-Zumo, croissants, galletas y algo de jamón. Pero bueno, a buen hambre no hay pan duro, así que desayunamos bien, colocamos todo en su sitio, y ¡vamos a la aventura!


Esta es la ruta inicial prevista. Ya veréis luego que no será la definitiva




¡Mierda! ¡Que se me olvidó quitar el candado de la rueda!



Menos mal que el puse el del casco, únicamente para aparentar que tenía el candado puesto...

Fotitos de rigor antes de irnos. Lástima de neblina que hacía.


Es un sitio para volver y quedarte 2 semanas.

Lecco en vista Ojo de Pez
Qué bonito es Lecco
 

















Bueno, una vez sacadas las motos a la calle, no nos queda más que disfrutar de la ruta que nos recomendó el señor Castaña..."La del interior está bien porque son muchas curvas, y van muchos moteros, pero la de la costa es muuucho más bonita, porque bordeas todo el lago, y vale mucho la pena".

¡Allá vamos! ............ "Pues sí que tiene razón el señor Castaña. Muy bonita la ruta..."

Una vez pasaron los 3 primeros kilómetros...."Mira, un túnel....anda, salimos del túnel y entramos en otro, qué curioso....."...."Fíjate qué bien, 3 túneles seguidos...¡Ah, no! Que son 4....5......6..."

¡Me cago en el señor Castaña y en su legión de seguidores! Si no pasamos 30 túneles no pasamos ninguno. Vaya carretera. Es muy bonita los 3 primeros kilómetros. El resto del tiempo nos los pasamos maldiciendo y sufriendo, ya que, para terminar de rematarlo, había muchos coches (y ya expliqué cómo se las gastan los italianos).



Bueno, una vez llegados a Colico, parada para relajarnos un poco, blasfemar otro poco, y mirar hacia dónde teníamos que ir.



Encaramos las motos hacia Tirano, y allá que vamos.


Camino de Tirano. Es el mejor camino...
La carretera, la verdad es que es muy bonita. Casi 70 kilómetros por un "valle". A mano derecha, llanuras que acababan en abruptas montañas. A mano izquierda,los diferentes pueblos por los que íbamos pasando, y no muy lejos, más montañas repletas de viñedos (patrimonio de la humanidad por la UNESCO).


Hicimos una parada a mitad de camino en un pueblecito para hacer algunas fotos.





















Sobre las 11 llegamos a Tirano. Buscamos un sitio para aparcar las motos, y no lo encontramos. Todo lleno hasta los topes.



 Después de 20 minutos buscando aparcamiento, se nos ocurre ir con las motos a la iglesia sita en el centro mismo del pueblo, aunque sea para que uno baje a hacer las fotos, y el otro se quede esperando no nos fueran a poner una multa (multa, la palabra menos oida por los italianos...), y ¡voilà! Plazas de aparcamiento para motos gratuitas, y vacías... si es que....

Un poco de cultura sobre la iglesia, que nunca viene mal:

 
Un lugar «donde María posó sus pies»

Al norte de Milán, el valle de la Valtellina acoge en su seno al pueblo de Tirano, una pequeña población en el corazón de los Alpes italianos. En ese lugar al pie de las montañas, el 29 de septiembre de 1504 la Virgen se aparecía al beato Mario Omodei, saludándolo con las palabras: «Tendrás bien».

El sencillo agricultor salía de su casa para recoger fruta en el huerto cuando se vio rodeado de una luz esplendorosa y oyó una voz que le llamaba por su nombre: «¡Mario!». Sorprendido, sólo supo responder «¡bueno!». –«Bien tendrás», le replicó la voz, al tiempo que se sentía transportado hasta la presencia de una bella Señora, quien le pidió dulcemente que en ese mismo sitio se construyera un templo en su honor, prometiendo salud espiritual y corporal a quien invocase su protección.

Mario, sin dudar un momento, corrió hasta el poblado y anunció a la gente lo acontecido. Aseguraba la curación de su hermano Benedicto sin verificarlo antes, conforme la promesa de la Señora. El pueblo corrió a la casa del enfermo, perfectamente restablecido, a pesar de que el día anterior los médicos le vieron en un estado deplorable. Seis meses después se puso la primera piedra y desde 1513 se celebraban misas habitualmente, aunque el templo estaba incompleto. La Virgen dispensó gracias y milagros: Cesó la peste entre el ganado, mientras que morían los animales de quienes no creyeron a los primeros signos. El “Libro de los Milagros”, que narra la vida inicial del santuario, presenta 78 hechos prodigiosos de un solo año (1504-1505).

Sobre el lugar se levantó la Capilla de la Aparición, corazón del santuario, situada en el transepto izquierdo, junto a la entrada principal. Sobre el altar se encuentra una estatua en madera de la Virgen (1524), obra de Angelo Maino. Su rostro contiene una dulcísima expresión. Detrás del altar se indica con precisión el «lugar donde María posó sus pies».

 


El arte en honor de la Señora

Numerosos artistas aportaron sus habilidades en honor a María y enriquecieron el santuario con verdaderas joyas. El altar mayor, en mármol negro de Varenna, intarsiado con mármoles policromos, es obra de Giovanni Battista Galli. Hay que detenerse a contemplar los diversos frescos históricos de las paredes, como el de la “La Aparición”, en la nave izquierda. Los de la nave central son de Valorsa. Cinco bellas telas adornan las paredes del ábside. Entre las pinturas se aprecia la “Coronación de la Virgen” (1651), de Carlo Marni. La fachada principal, con su elegante pórtico, es imponente, a la vez que sencilla y graciosa. El alto y majestuoso campanario data de 1578. La cúpula, obra de Pompeo Bianchi fue levantada entre 1580 y 1584.
Mención especial merece el órgano de la iglesia, en perfecto funcionamiento: sus 2,200 tubos de estaño purísimo acompañan las acciones litúrgicas festivas. Esta magnífica joya da fama al santuario y suscita la admiración de los visitantes. La grande caja en madera (1608-1617) finamente tallada por el maestro bresciano Giuseppe Bulgarini se apoya sobre ocho columnas de mármol rojo. Fue terminada en 1638, cuando el milanés Giovanni Battista Salmoiraghi colocaba los delicados paneles del parapeto, representando La Natividad, Los Magos y La Circuncisión del Señor. Frente al órgano se encuentra el coro o cantoria, rica en tallas y pinturas, iniciada en 1768 y terminada en 1770.





 Tras las llamadas de rigor para avisar que íbamos a entrar en Suiza, que lo mismo luego no nos dejaban volver, nos montamos de nuevo casi sin gasofa, en busca de una gasolinera antes de cambiar de país, no fuera a estar mucho más cara. Buscamos el PDI en el GPS. Perfecto, hay una de camino, y antes de llegar a la frontera. ¡Allá que vamos!

¡Ostia!¡Cáspitas! ¡La Frontera!




- "¿Y si nos damos la vuelta y buscamos?"

- "Calla, calla, no nos vayan a ver dar la vuelta y nos enganchen. Vamos a arriesgarnos"

Total, que "pa" Suiza que nos metimos.

En la frontera ni nos pidieron DNI ni nada. "Pasen, pasen" (en italiano, claro).


¡Ya estamos en Suiza! ¡A poner gasolina! Joder, a 1'98, qué cara está. Si es que teníamos que haber dado la vuel...¡Espera!.. ¡que está en francos suizos!...tira "padentro" que ahora mismo nos toca empujar las motos.
¡Vive la Suisse!



Una vez repuesto el caldo, proseguimos nuestro peregrinaje por tierras helvéticas. Qué bonita es Suiza, pero bonita bonita.

Tras muchas curvitas, salimos en un cambio de rasante y....¡Plas!

¡Toma lago!

















El Lago di Poschiavo. Este os lo pongo en inglés, para que aprendais idiomas.


Una vez pasado el lago, nos espera la subida hacia el Paso de Bernina (también en inglés). Una laaaaaarga subida hasta los 2330 metros, que parece que nunca se acaba (tampoco había ganas de que acabase nunca, qué pedazo de carretera).

Parada técnica para colocar la cámara de vídeo en el casco. ¡Hay mucho por grabar!


A partir de aquí muuuuuuuchas motos nos adelantaron, y otras tantas nos cruzamos.

 
Ni que decir tiene que casi todo el mundo motero que nos encontramos en el viaje saludaba. Las únicas excepciones curiosamente eran los quemaillos de las sport, que debe ser que en posición fetal como conducen, no pueden levantar la mano, o no nos ven, que también puede ser...



Tras el disfrute de las curvas hasta la cima, llegaba lo más chulo. Coronarla. Y allí llegamos.







La Sillita de la Reina.



















 ¡Qué frío!




Nieveeeeee....


Nota: Los videos grabados con la GoPro los subiré al final del todo, todos juntos. Así que no os vayáis muy lejos...



Una vez nos revolcamos por la nieve, y disfrutamos como niños, tocaba seguir camino hacia Saint Moritz.




Saint Moritz, modesta ciudad en la que los vagabundos visten de Armani. O al menos en la zona alta, que es donde estuvimos nosotros.

- "Si las dejamos aquí, ¿habrá que pagar?"- "Por supuesto que sí, Es Saint Moritz"






 
 












Os voy a confesar una cosa.

Realmente el motivo de este viaje, desde el principio, ha sido ir a comprar el pan a Saint Moritz.
Caprichoso que es uno. Me dijeron que el pan de allí estaba muy bueno, y como casi no me gusta el pan, pues me dije "Tengo que probarlo". Así que organicé todo este viaje con este propósito.




¡Y lo conseguí! 3 barras de pan, 8'08 euros. Pero bueno, ha valido la pena.

¡Reto conseguido! Pedazo de barras de pan. Lo cierto es que, 5 días después de comprarlo, ya en Alicante, aún estaba el pan bladito, casi como recién hecho.





Una vez comprado el pan, pues ya no pintábamos nada allí, así que vámonos antes de que nos cobren por respirar más de la cuenta. A por el Pass dal Fuorn.




¿Qué hizo el dueño para acabar con la moto ahí arriba?





















Tras las fotitos de rigor con la Suzuki, subí a la montaña para hacerme una con el famoso oso amoroso. Esta escultura tallada en madera, se realizó tras el avistamiento en 2005 del primer oso salvaje en Suiza desde 1923 (der Spiegel (pongo lo mismo que pone en el enlace, porque no sé lo que significa, ;) ))
El oso feliz. Y el de madera también estaría contento...;)


Ahora tocaba bajar y salir de Suiza, así que con más pena que gloria nos dirigimos de nuevo hacia la frontera de salida.

Las carreteras suizas, una pasada.

Conforme nos detuvimos en la entrada/salida, mirada al culo de las motos por parte de los aduaneros (pervertidos). "Pasen". Menos mal que no nos pararon a comprobar lo que llevábamos. A ver si me iban a quitar MI pan.


Ahora tocaba pasar por la parte norte del Parque Nacional del Stelvio. Sabíamos que estaba cerrado, pero claro, la cabra tira al monte, y había que ver con nuestros propios ojos que lo estaba, así que cambiamos la ruta de nuevo por completo, y nos dirigimos hacia allí como alma que lleva el diablo.



Total, que allí llegamos, Tornante 48.....tornante 47......tornante 46.....¡Plasca! Prohibido el paso, cerrado. Pero allí estaba mi compañero, que, como bien dijo al principio "El que quiera que yo le entienda, que me hable en castellano", y para él las señales debían decir algo como "Bienvenido al mundo arcoiris", o algo. Así que no me quedaba otra que seguirle.

Aguantamos 2 tornantes más, y nos dimos la vuelta, ya que estaba cerrado desde invierno, y hasta el 28 de mayo no lo volvían a abrir, y claro, estaba la carretera muy sucia. No era plan de arriesgarnos más. Media vuelta, ¡Ar!



Ahora, y tras el cambio completo de ruta, ya que si no no nos daría tiempo a llegar a Cortina D'Ampezzo, nos dirigimos hacia Moena (Ciudad elegida concienzudamente ( siempre que cienzudamente sea lo mismo que "a boleo")), dentro de los Dolomitas.

Camino de Moena, por los Dolomitas.



Desde Merano hasta Moena había unos 80 kilómetros. Y, a pesar de estar más cansados que nunca, nos divertimos. Nos divertimos mucho. Qué gran descubrimiento los Dolomitas. Si hay algún sitio al que me gustaría volver de todos en los que estuvimos, aparte de Lecco, es este. Y te puedes tirar semanas dentro de ellos para recorrertelos todos.


Sobre las 20:00 llegamos a Moena, que después de los pueblos fantasma que pasamos, la verdad es que está muy bien. Es un pueblo orientado 100% al turismo de ski, así que cuando llegamos nosotros pues había 4 gatos.

La ajetreada vida nocturna de Moena.


Sólo faltaba elegir hotel. Paramos entre dos de ellos, y nos decidimos por uno. Entré, pregunté (tampoco hablaban en inglés), pero sólo tenían 1 planta abierta, y estaba toda llena. Así que nos dirigimos al otro hotel.
Un poco antiguo, pero estaba muy bien cuidado. Ahora a ver cuánto nos iban a clavar. Hablo con el dueño. 45 euros con desayuno incluido. Perfecto. Aceptamos. Nos dice como puede que si queremos que tiene un garaje para guardar las motos. Más perfecto aún. Dejamos las motos calentitas bajo tierra, colocamos las cosas en las habitaciones, y a buscar algún sitio para cenar.

El Hotel daba un poco de miedo, pero estaba bien cuidado, ;)

Después de darnos una vuelta por el pueblo, y ver que estaba todo cerrado, no nos quedaba otra que volver al hotel, y cenar pan con salchichón y chorizo. Sí, lo habéis adivinado. Pan SUIZO con salchichón y chorizo.
Vistas del pueblo, comiendo salchichón.


Después, pasamos las fotos al ordenador, rehicimos la ruta del día siguiente, y al sobre.


Esta es la ruta que finalmente realizamos, cambiando algunas cosillas.






Tiempo total sobre la moto: 11:00 horas
Kilómetros realizados este día: 440 km.


Kilómetros Totales: 2.410 km.


PD: Cada uno en su cuarto.

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